Sobre "Miguel Hernández. Un amor hacia todo me atormenta".

Son pocas las veces en las que los sueños se hacen realidad, son menos aún aquellas en que se supera lo que imaginaste. El día 21 de marzo se estrenó en el Aula Magna de la Facultad de letras de Ciudad Real la obra de teatro Miguel Hernández. Un amor hacia todo me atormenta.

El principio de esta aventura fue unos meses atrás. A mí siempre me ha interesado la figura de Miguel Hernández, tanto como poeta y como persona; lo que hacía que tuviera la necesidad de hacer algo referente a él. Otra de mis grandes pasiones, a parte de leer o escribir, es el teatro. Nunca pensé aunar las dos cosas, fue algo que surgió poco a poco.

Desde casi el principio tenía claro lo que quería contar. Quería hablar sobre la vida de Miguel Hernández a través de sus textos, esa fue la génesis del proyecto. Releí alguna de sus biografías, así como sus obras completas. Encajando en Miguel Hernández. Un amor hacia todo me atormenta poemas originales, algunos "reelaborados", pasajes de su teatro y epistolario y textos creados por mí.

Una vez terminado el libreto, hablé a unos amigos de ello y les propuse llevarlo a escena. Desde el principio me dijeron que sí, que les gustaba la idea y que podía contar con ellos. Aprovechando que en la Facultad de letras de la UCLM había surgido la posibilidad de hacer un "club de arte" hablamos de la obra. Desde ese momento los acontecimientos se precipitaron y a la semana siguiente estábamos ensayando.

Irene de Burgos haría de Josefina, el gran amor de Miguel, ella tiene una facilidad innata para actuar porque tiene lo más difícil para alguien que se sube a un escenario, la naturalidad. Además es una persona que me sigue con los ojos cerrados, confía en mí y siempre me acompaña en muchas locuras como esta. Carlos García haría de Ramón Sijé, al principio tuvo algunas dificultades con la voz, pero al final lo resolvió y se convirtió en la persona idónea para interpretar a mi amigo, porque de hecho lo es. Julio García hizo de narrador, con una gran presencia en el escenario. Blanca León empezó haciendo de amiga, con pocas frases, pero tras un baile de papeles porque gente abandonó el proyecto, llegó a obtener el personaje de la madre. Blanca Lumbreras que ha estado en momentos claves de nuestra vidas también lo hizo en este, haciendo de hermana-amiga, un papel que al final unimos para ella.

Todos ellos estuvieron desde el principio y sin su ayuda nada hubiera sido posible. Confiaron en hacer algo que ni yo mismo tenía la seguridad de que saliera bien. Y se convirtieron en el mejor reparto posible para la obra, no los cambiaría por ningún otro actor, porque poseen ilusión, pasión y ganas de trabajar que superan todas las trabas. Otra persona que nos apoyó desde el principio, y lo más importante, durante el proceso y hasta el final, fue Rosario Montoro, profesora de árabe en la UCLM, que creyó e impulsó el proyecto..La Facultad de letras también participó, de alguna forma, en la obra; dejándonos ensayar en sus instalaciones y utilizar el Aula Magna para la representación. Así como la DACU que nos financió los carteles.

Aún así, se acercaba el tiempo del estreno, fijado para el Día Mundial de la Poesía (el 21 de marzo) y aún nos quedaba mucho por hacer. No queríamos hacer sólo una obra de teatro, sino algo más grande e insertar música y danza. Parecía imposible encontrar a alguien que en tampoco tiempo nos ayudara con este tema. Sin embargo, para nosotros, las dificultades actúan como resorte. Además tenemos mucha suerte, parece que los dioses siempre atienden nuestras súplicas. Apareció en nuestras vidas Santi, le comenté nuestro problema y me ofreció su ayuda; creo, ahora, que con la ingenuidad de que no la iba a aceptarla. Es un gran profesional, del que aprendimos mucho, el mejor músico que pudimos haber elegido; en tan sólo dieciocho días, y contando con la ayuda de Javi y su piano, hizo cuatro canciones originales a partir de los versos del poeta. A ellas les puso voz Blanca León que nos sorprendió a todos haciendo gala de una gran voz.

Al poco tiempo y de manera parecida llegó Helena Coello, que nos preparó en baile en el que Josefina y Miguel se conocen y tuvo una gran paciencia con nosotros. Sin embargo, por culpa de una lesión no pudo actuar en la obra; la sustituyó Alicia González, la cuál nos emocionó con su manera de bailar. También Javier López Velasco nos acompañó luchando para que se nos viera bien. El espacio no era el mejor para hacer teatro porque tiene forma ovalada; sin embargo y, otra vez, salvando los problemas hicimos una escenografía muy cuidada. Destacaba en ella muebles de la época y un árbol de cuyas ramas crecían versos.

La actuación duró sobre una hora, pero se nos pasó muy rápido. Todo salió muy bien, mejor de lo que nunca había imaginado. Se respiraba la ilusión, las ganas de mostrar el trabajo realizado, la admiración a la figura de Hernández, pero sobre todo la pasión; nunca se ha podido hacer nada importante sin ella.

En cosas como esta se demuestra que si tienes un proyecto, crees en él y cuentas con la gente adecuada, siempre sale adelante. Tras la representación, el público nos felicitó, algunos estaban emocionados o, incluso, confesaron haber llorado. Nos dijeron cosas muy bonitas, como que había momentos en los que se veía "magia", además tuvimos varias propuestas de gente que no le importaría trabajar con nosotros y tuvo repercusión en la prensa diaria. Ahora estamos barajando la posibilidad de llevar la obra a otros lugares y espacios. Dice Miguel Hernández: "Que mi voz suba a los montes, que baje a la tierra y truene. Eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre".

Desde aquí, mi mayor agradecimiento a toda las personas que participaron en la obra o disfrutaron de ella.









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