Sorry... I´m Erasmus.











En estos cinco meses he aprendido que Iberia siempre te la juega, que no puedes hacer un viaje Estambul-Valladolid sin escalas, que 12 maletas pueden caber en un taxi-furgoneta. Que por conseguir un piso no matas, pero te montas en un coche con desconocidos, esperas 3 horas o vas va a las 12 de la noche al barrio más peligroso de Estambul, con 5 más, eso sí. Que un Green House puede ser un lugar muy acogedor y que los locos ya no están aquí. He aprendido que la mejor forma de dejar una casa no es rompiendo una ventana pero que si te echan colonia en las manos y te dan caramelos, eres bienvenido.
Ahora sé que todos los problemas se solucionan diciendo “ben Erasmus öğrenci” y que serlo implica que la única respuesta posible sea “sí”. Que “Arrincónamela” es la canción española más famosa en Turquía, pero en España no la conoce nadie, que no hay música lo suficientemente pasada de moda para que no pueda sonar aquí, que si pegas a un camarero te pueden echar de un bar, pero que si lo intentas puedes negociar el precio de la cerveza o de una entrada a un concierto. Y que aunque jures que nunca vas a volver al Beat, al final siempre lo harás. 
También sé que para hablar de ciertas cosas puedes usar la comida como metáfora, que puedes empezar la noche haciendo un “Carmina” y terminarla con una bomba de humo, cayéndote por unas escaleras, huyendo de una loca o a las 3 de la mañana comprando un corsé; pero que las mejores fiestas son esas en las que no puedes dejar de ver videos freaks y hablar de los secretos de la realeza española. Sé que todas las Misses cuando acaban de hablar lo hacen con un sonoro “GRASSSIAS”.
Sé que meterse 6 personas en una cama no acaba bien y que un día de resaca no es el mejor momento para una sesión de fotos. Que cuando Madonna baila lento no significa que internet vaya mal y que vocalizar demasiado es señal inequívoca de que vas borracho. También sé que existen Kebaps de 70 cm pero que no cuestan 250 liras, que un bocata de nuggets puede ser un buen alimento, que la caçaza no me gusta y que según la Chon el jamón de York no engorda. 
He aprendido que kadiköy y Karaköy no son lo mismo, tampoco Ciudad Real y Villarreal; que Makedonya no es una ciudad turca, pero Mardín, Samsun o Batman sí lo son. Que los turcos y los polacos se parecen a los españoles, y que algunos alemanes no son fríos. Que si te duermes en un bus puedes llegar a Asia y si andas 5 minutos, al cielo. Que no es bueno visitar una ciudad cuando todo está cerrado, pero que siempre se puede matar el tiempo esperando a un autobús por turnos.
Ahora sé que “sandalye” significa silla; “sillah”, negro y “seni seviyorum”, cenicero en andaluz; lo suficiente turco para protestar y que “Azimle sıçan betonu deler”. Que si en un examen te preguntan hechos más relevantes de la historia de España agradecerás haber visto “Cuéntame” y que la gente es tan educada, que siempre te dan las gracias por practicar español. Sé que Turist Ömer estuvo en España, que puedo esperar 3 horas para ver a Chomsky y que me pueden cortar el pelo por 2.5 euros las 24 horas y si intentan timarme, ragatear. Que por 4 copos de nieve se pueden cancelar las clases, y que no me entero si a mi lado hay un terremoto o una explosión. 
Sé que la cena de nochebuena se puede hacer en un chino y fin de año en un barco, que una planta moribunda no es el mejor regalo pero un desconocido te puede dar flores por la calle. También sé que es mejor perderte tú a que lo haga tu tarjeta de estudiante, que las Muze card no se dejan y que viviré siempre con miedo de ser un “señor administrador”
Sé que a los Baba Zula no  los conoce nadie, que unas sevillanas valen un tarro de pilav, que los españoles contamos con 3 puntos más y que todo el mundo roba vino en las “Turkish nights”. Sé que en Istiklal ponen a gente de figuración, porque no puede haber tantas personas, que si Almodóvar no me quiere para su próxima película, el cine turco me puede dar una oportunidad y que en 5 meses me han hecho 3 entrevistas. Sé que la casa  de la Virgen María es un fake, que la MegaMC debería ser legal  y que las becas del MEC no llegan nunca. Ahora puedo convertir un 1 en un 2 y en 3, puedo utilizar un wáter turco sin mojarme y llamar a todos los contactos de Pipi Estrada. 
En este tiempo he aprendido que las vecinas transexuales gritan en vez de dar los buenos días; que a grandes males (puerta del baño imposible de abrir) grandes remedios; que los turcos son sinceros; que un maleta no se hace la noche antes de coger un vuelo porque al final siempre te lías. Que si bebes mucho puedes acabar preguntar desde ¿Dónde está alguien? a ¿En qué ciudad estoy? Que la habitación de Tamara es un poco de todos. También he comido más tortilla que nunca, y ahora sé que la embajada de España solo sirve para repatriar cadáveres, que el Instituto Cervantes puede servir de refugio si unos turcos intentan matarte y que ir a Zara te hace sentirte como en casa.
Me han enseñado que “Quien tiene un amigo tiene un tesoro”, que en España hay gente que se muere de ganas por verme,  que a quienes que conoces en el Erasmus se convierten en amigos o familia y que podrás irte de Estambul pero siempre seguirá siendo tu hogar. And the last but not least, sé que todas estas anécdotas y algunas más acabarán convertidas en el guion de una serie o en una canción. 

Francisco Rodríguez

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